sábado, 25 de octubre de 2008

juegos & juguetes


El escandaloso sonido del olor de su piel. Y las vibrantes ondas sonoras de su mirada furtiva.

Solo lo miré unas cuantas veces, por periodos de no más de 4 minutos. Jugando a lo de antes, con los juguetes con que aprendió a encantarme. Me bastó y me sobró. En un dos por tres desapareció entre la niebla.

Me tocó, sí, un poco, lo suficiente para hacerme temblar por dentro. Lo toqué, sí, un poco, lo suficiente como para que me invitara a jugar.